Los psicólogos todavía no han descifrado la verdadera función de los sueños.
Sin embargo, están casi seguros de que tiene algo que ver con la memoria, ayudándonos a consolidar los recuerdos del día o a olvidar detalles no deseados para evitar una sobrecarga.
Y en este último caso, recordar lo que soñamos puede no ser de mucha ayuda.
Además, cuando los sueños son particularmente vívidos disminuyen los niveles deserotonina y noradrenalina, lo que también puede afectar nuestra capacidad para recordarlos.
Sin embrago, la principal razón parece ser que la mayor parte de nuestros recuerdos de cuando estamos despiertos tienen sentido y están interrelacionados.
Así, si uno trata de recordar qué desayunó esta mañana, eso se puede vincular a los recuerdos del momento en que nos levantamos y las otras cosas que hicimos antes de salir de casa.
Mientras que los sueños por lo general son ilógicos y lo que ocurre en ellos no está conectado a nada que podamos intentar recordar para evocarlos.
Aunque algunos estudios han encontrado que ballenas, delfines, murciélagos, colibríes e incluso las vacas llegan a desarrollar diferencias regionales, como si emplearan un dialecto diferente o tuvieran un acento.
Eso no significa, sin embargo, que animales de poblaciones diferentes realmente no se puedan entender entre sí, aunque es difícil saberlo a ciencia cierta.
Puede que las diferentes vocalizaciones sean simplemente un indicador de quiénes son "intrusos" en un lugar y por lo tanto objeto de cierta sospecha por parte del resto.
En los humanos, la oxitocina también promueve un sentimiento de cariñohacia quien la activa, por lo que es razonable asumir que algo similar ocurre con los animales.
Pero, ¿por qué llegamos a desarrollar esa respuesta?
Una teoría es que la domesticación mejoró las posibilidades de supervivenciatanto de los humanos como de sus mascotas.
Los humanos deliberadamente fueron eligiendo a los animales más amistosos de cada camada, por lo que cada generación estaba más apegada a los humanos que la que la precedía.
Mientras que los más amantes de los animales entre nuestros antepasados podían beneficiarse más de las capacidades defensivas de los perros o el talento de los gatos para cazar alimañas.
Y, con el tiempo, humanos y animales domésticos evolucionaron de forma conjunta hasta llegar a apreciar la compañía del otro.
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