La visita del primer ministro griego Alexis Tsipras a Moscú pone este miércoles a prueba la solidez de la posición europea ante la política del presidente Vladímir Putin en Ucrania. "Para resolver esta profunda crisis [en Ucrania], hay que abandonar el círculo vicioso de las sanciones", ha declarado Tsipras en la rueda de prensa posterior al encuentro con el presidente ruso. Tsipras ha asegurado que la respuesta rusa —el embargo a las importaciones de productos frescos europeos— le hizo una "gran herida" a la economía griega. "Pero nosotros entendemos perfectamente que esas medidas de respuesta fueron una réplica a las sanciones con cuya lógica no estamos de acuerdo, y esto ya lo hemos declarado públicamente".
Putin, por su parte, ha asegurado que Tsipras no ha pedido ayuda financiera a Rusia pero que sí han hablado de realizar distintas inversiones en el terreno de las infraestructuras. El presidente ruso también ha ofrecido a Grecia la posibilidad de participar en el proyecto del nuevo gasoducto ruso-turco (el Turkish Stream) que se proyecta construir bajo el Mar Negro para llevar gas ruso a Europa. "Grecia podría convertirse así en uno de los principales centros europeos de distribución de energía, pero esto es una decisión soberana que debe adoptar el Gobierno griego".
Putin ha manifestado también que no tiene "la intención de utilizar nada dentro de la Unión Europea para resolver parcialmente el asunto de la mejora de las relaciones con la agrupación europea en su conjunto". El jefe del Kremlin comentaba así las declaraciones de algunos políticos y medios europeos acerca de que Rusia quiere utilizar a Grecia como caballo de Troya para mejorar sus relaciones con Bruselas.
Los representantes rusos, en vísperas de la reunión, habían indicado que estaban dispuestos a tentar a Grecia, por medio de una ayuda, un privilegio o un beneficio económico, cuyas magnitudes y formas dependerían de las contrapartidas que Atenas ofreciera al Kremlin.
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