Pocos saben que a poco más de un kilómetro del Polo
Sur se encuentra uno de los telescopios más poderosos de la Tierra. Operativo
todo el año, es parte de uno de los grandes experimentos de nuestro tiempo:
escanea los cielos en busca de ondulaciones, las huellas del primer instante
tras el Big Bang.
Son pequeñas ondas en el tiempo y espacio que, de
detectarse, servirían para probar la teoría de la inflación, la expansión
superrápida del espacio que se cree ocurrió inmediamente después del Big Bang.
Llegamos al polo el 1º de diciembre,
tarde por la noche. Cuando bajamos del avión de la Fuerza Aérea estadounidense
y pisamos la nieve sentimos la intensidad del frío.
Hacía -35º y el viento soplaba con
fuerza. Estábamos a gran altura y el aire era delgado.
En la distancia, podíamos ver una
serie de telescopios. Habíamos llegado a la estación del Polo Sur.
La estación del Polo sur
es accesible solo tres meses al año. Las temperaturas son lo suficientemente
cálidas como para llegar y salir en avión en ese período John Kovac, astrónomo
En marzo de 2014, un equipo de
astrónomos sorprendió a la comunidad científica cuando anunció que su
telescopio en el Polo sur había detectado posiblemente una señal de las
"ondas gravitacionales" del universo temprano.
Las ondas gravitacionales son uno de
los fenómenos más misteriosos del cosmos.
Son ondulaciones en el espacio y el
tiempo, y las ondas que el equipo cree haber detectado surgieron en las
primeras fracciones de segundos de la historia del universo, momentos después
del Big Bang.
Fue una de las historias científicas
más excitantes de 2014, y nosotros vinimos al Polo Sur a filmar -junto al
astrónomo John Kovac y su equipo.
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